En 2015 la Secretaría de Trabajo y Previsión Social creó el Programa Nacional de Bienestar Emocional y Desarrollo Humano en el Trabajo (Pronabet) para fomentar una cultura de salud laboral basado en el cuidado de las emociones, aunque solo se planteó hasta 2018.
El tema volvió a la agenda pública en marzo de este año, cuando la Comisión de Salud en la Cámara de Diputados exhortó al ejecutivo federal y a la Secretaría de Salud a desarrollar nuevos mecanismos para atender la salud emocional.
Y es que la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta que una mala atención de esos factores puede devenir en depresión y, en el peor de los casos, en suicidios. Además, estima que más de 300 millones de personas en el mundo padecen depresión.
Ésta no solo repercute en el entorno familiar y social, también permea el laboral pues la productividad y capacidad de los pacientes se ve deteriorada. Incluso, la presión en el trabajo puede ser el origen de la ansiedad y/o depresión. Al respecto la OMS apunta que algunos factores de riesgo en el trabajo son políticas inadecuadas de seguridad y protección de la salud, prácticas ineficientes en la gestión y comunicación, bajo nivel de apoyo, horarios de trabajo rígidos y falta de claridad en las áreas o metas organizativas.
A su vez, la Organización Internacional del Trabajo nombró dichos aspectos como de riesgo psicosocial. A la postre perjudican la operatividad de una compañía por ausentismo, rotación, pobre desempeño o un ambiente laboral conflictivo.
En México un empleado con ansiedad o depresión falta al trabajo entre 20 y 25 días al año, según la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica. La Secretaría de Salud estima que estos dos males provocan más ausentismo que las enfermedades crónicas no psiquiátricas.
El entorno es propicio para ello: los mexicanos somos quienes más horas laboramos de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (dos mil 257 al año, en promedio) y, por hora trabajada, generamos 21.6 dólares, cuando la OCDE establece, como media, 54.8.
Aunado a esto dedicamos 12.4 horas al ocio, vida social y familiar, comer, dormir o descansar (deberían ser 15), siendo el penúltimo lugar en la OCDE en cuanto a tiempo de esparcimiento.
“Existe una brecha de atención de riesgos psicosociales de más de 30 años. En Colombia, Chile y algunas zonas de Centroamérica tienen diagnósticos de riesgos psicosociales que no hay aquí”, dice Jorge Mérida, médico psiquiatra de la consultora Advisory Network for Wellbeing.
Derivada del Pronabet, en octubre de 2018 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la Norma Oficial Mexicana 035, que obliga a empleadores y centros de trabajo a promover un entorno organizacional favorable e identificar, analizar y prevenir riesgos psicosociales.
Al respecto el especialista en bienestar emocional considera que “además de ser un tema de salud y desarrollo, el abordaje de factores psicosociales puede ser una estrategia para adoptar la reciente reforma laboral” y enfatiza que ahora las empresas están obligadas a comunicar a su nómina cuáles son los riesgos psicosociales que hay en su lugar de trabajo.
Por otro lado, el doctor Jonathan Cuevas, director de consultoría en salud de Mercer Marsh Beneficios México, opina que “son los primeros pasos para que el país se vuelva más competitivo y los negocios, más rentables”.
Los expertos coinciden en que, hay compañías preocupadas por el bienestar de su personal, pero también las “que no conocen sus obligaciones respecto a la salud de sus empleados. Las que ya tienen una administración que promociona la salud, son las que funcionan”.
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